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  • Foto del escritorNaty Bibas Shizaf

El gen de Paz

Después de dos años de intensos estudios, pruebas y experimentos, una noche, que en realidad era más madrugada que noche, fue cuando la bioquímica chilena, María Paz dio por terminada la vacuna sobre la cual habían trabajado tanto tiempo. Eran cuatro las mujeres que la acompañaban desde los comienzos de la investigación. Eran cuatro mujeres fuertes e inseparables, a las cuales unía un mismo objetivo. Ese objetivo era su única y última meta en esta vida. Ahora que ya estaba lista la vacuna que cambiaría el mundo, ansiaban legar un futuro mejor a sus hijos y futuros nietos, y así evitarles el sufrimiento causado por la violencia vana. Tenían un gran poder entre sus manos, pero debían guardar sumo silencio. Poseían la fórmula en pequeños frascos. Ya estaba probada y comprobada. La vacuna contra la violencia funcionaba. La elaboración de la vacuna era de muy bajo costo y la dosis para cada bebé era ínfima. Aparte, después de varios estudios estadísticos se había llegado a la conclusión que el gen de la violencia aparecía principalmente en los hombres. En base a las donaciones que habían conseguido, lograron fabricar en forma clandestina, vacunas para la población mundial masculina para los próximos veinte años. El problema era la propagación. De ese tema se ocupaba la pediatra Mariluz Sol. Ella comenzó en el hospital donde trabajaba. Inyectó la vacuna a cuanto bebé varón nacía. Pero era una gota en el mar. Mariluz tenía muchos contactos en el exterior, pacifistas tan anónimos como ella. Todos profesionales que trabajaban en hospitales y tenían contactos en maternidades y en centros de salud familiar. Esta gente se ocupaba de vacunar a todo varón recién nacido. De esta manera se fue armando un ejército en el cual cada uno tenía su papel. Elaboración, control, repartición, vacunación, seguimiento, documentación y deducción. Se nombró a este grupo "ejército de Paz". Al término del primer año de la fecha de inicio, se había vacunado un cuarenta por ciento de la población masculina mundial que acababa de nacer. Al final de segundo año, el setenta por ciento de los varones de edad de hasta dos años, estaba vacunado sin su conocimiento. Se vacunaban sólo a los bebés, era un proceso muy lento y los resultados se notarían varias generaciones más tarde. Las intrusas en los hospitales, seguras de su meta, seguían haciendo su trabajo a escondidas. El ejército de Paz había crecido. Ya contaban con decenas de miles de mujeres que colaboraban con este objetivo en todo el globo. Transcurrida la primera década de la operación, el efecto más trascendental fue el progreso de las escuelas primarias. Los ministerios de educación se vanagloriaban por la reducción de violencia que habían conseguido, gracias a la dura tarea de cientos de empleados públicos que luchaban por la educación. Un efecto secundario que la vacuna causó en sus primeros años fue el aumento de asesinatos de niños por sus propios padres, sobre todo en familias con padres violentos, boxeadores o mercenarios que pretendían que sus hijos varones aceptaran felices continuar con la profesión de sus padres y se decepcionaron del engendro tranquilo y bonachón que habían creado. La violencia en el mundo seguía siendo tema principal en los noticieros mundiales, ya en forma de delincuencia simple o camuflada por estrategia bélica. En el mundo seguían, como no, existiendo buenos motivos para la guerra. A finales de la segunda década, los cambios y las consecuencias eran más tangibles y sus repercusiones eran percibidas por toda la población. Las consecuencias eran también muy peligrosas para las grandes empresas y los negocios de las armas. En la mayoría de los países seguían existiendo los ejércitos, pero las bases militares se parecían más a un campamento de jóvenes hippies que a un ejército militar. Se armaban fogatas y guitarreadas. Los soldados hablaban sobre filosofía, amor y sexo. No pensaban en conquistar. Los ejércitos seguían existiendo ya que los grandes generales pertenecían todavía a una generación violenta y bélica que, ocultamente, amaba la guerra. El ejército Paz estaba conforme con los resultados. El mundo estaba tomando el rumbo que ellos pretendían y estaban felices de que iban a poder brindar a sus nietos un mundo mejor. Cuando los primeros bebés vacunados llegaron a la mayoría de edad, se casaron y armaron familias, y todo aparentemente estaba bien. El pánico empezó a cundir en el mundo cuando descubrieron que la mayoría de los nuevos nacimientos eran de bebés de sexo femenino. Los científicos del ejercito Paz llegaron a través de varios estudios, a la conclusión de que la vacuna de Paz afectaba los cromosomas y que esa era la causante de este desequilibrio de la naturaleza. Después de treinta años de vacunación clandestina de la población, los últimos descubrimientos eran irreversibles. Todos los hombres habían sido vacunados y eso implicaba que la continuidad de la humanidad estaba en real peligro. Al entender su equivocación, María Paz, entró al mar y nunca más salió. Otras mujeres del ejército se suicidaron avergonzadas. Con el tiempo, la mayor parte de la población pasó a ser femenina y sólo pocas lograron fecundar hijos. Primero con hombres mucho más mayores que ellas. Después descongelando espermatozoides de donaciones hechas por hombres del siglo anterior. Pero igualmente el número de humanos sobre la tierra bajó hasta casi extinguirse. Sobrevivieron al ejército de Paz algunas tribus de indígenas y algunas poblaciones del África que no conocían los hospitales ni las vacunas. Se los vio, construyendo ruedas, y vestimentas. El arco, la flecha y la lanza los habían inventado previamente. Eran imprescindibles para salir de las cavernas.

Naty Bibas Shizaf


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